JÉSICA DE COLEGIALA A PREPAGO


![]() |
Añadir leyenda |
A las 6:45 Jésica dejó el camino que la lleva al colegio y abordó un taxi, frente a la estación de policía de Tuluá por
la carrera 30. La mañana estaba soleada, acompañada de un viento frío característico de este pueblo.
La chica con 18 años de edad, pero con apariencia de 22 abre
la puerta del vehículo, se sienta decentemente acomodando su uniforme, una falda de cuadros azules, 13 centímetros más arriba de las rodillas, y blusa con dos botones fuera del ojal, los que dejan
entrever parte de sus pechos.
El taxista un señor de unos 50 años de edad, esa mañana se sintió
agradado de toparse con tal doncella y su mirada siguió detalladamente por el retrovisor a la joven mientras subía y se acomodaba en la silla trasera del
taxi, cuando la chica se aplastó en el
asiento, se escuchó el chirrido del plástico que lo cubre, por la cabeza del
hombre pasaron los pensamientos más morbosos y pecaminosos, miraba las piernas
de la joven. El taxista lame su bigote canoso como si viera el trozo un trozo
de carne guisado o un chorizo grasoso de
san Rafael.
Jésica en su afán no se alertó de la mirada del taxista
que la conduciría hasta el lugar que de manera urgente debía llegar, “a donde se dirige señorita” pregunta
amablemente el bonachón.
Llévame rápido a la casa de doña mercedes. Dijo la Jésica.
Doña mercedes es una señora muy conocida en la ciudad por su
buen corazón, ella en su bondad colabora amablemente a las chicas que buscan de
su ayuda económica, la chica que se acerque a doña mercedes esta le consigue un
cliente para que se acueste con él, de esta acción tan “noble” doña Mercedes gana el 20%, “así sea usted bien fea se lo consigo” es el
slogan de mercadeo de la fulana.
En el recorrido por toda la 30 Jésica se cambia la falda rápidamente, el taxista, brota los ojos
observando por el espejo tal espectáculo, no despabila, asombrado saca su
lengua y moja su bigotes nuevamente, su corazón palpita rápidamente y no quiere
dejar de mirar, pero un joven en bicicleta que cruza la calle le interrumpe
dicho festín, y con un frenon tremendo zamarrea a Jésica, quien se golpea la
frente con la silla delantera y le dice con voz fuerte: Oiga señor, en vez de
estar mirándome porque no maneja, ¿es que nunca ha visto calzones?. Perdón
señorita responde el taxista.
Sinceramente el señor nunca había visto calzones vestidos en
una chica como ella, su mujer es una dama que pasa los 60 años, con unas características
muy simpáticas, mediana de estatura, un poco gordita 92 Kilos, un lunar en el
lado derecho de la nariz, algunos pelos en la barbilla y suele usar unos vestidos
floridos con naguas, todo su cuerpo es muy curvo, por causa de la grasa acumulada
por los años.
De igual manera Jesica se quita la blusa y se pone otra
pinta más de rumba, una blusa escotada de
color verde y una falda de jean que difícilmente se logró poner dentro de ese taxi
que olía a viejo. Se calza y guarda rápidamente su uniforme en el maletín.
Después saca de su bolso colegial un labial rojo, brillo
y una acuarela y dificultosamente trata
de maquillar sus labios, labios gruesos y sensuales, prosigue con sus ojos que
son claros y verdosos, combinan con sus cabellos largos y nariz aguileña; con
una moña de color gris se amarra el cabello haciéndose una cola, junta los
labios para cerciorarse que están bien maquillados y detalla sus pestañas, por un instante se
queda mirando fijamente su imagen en el espejo redondo que sostiene su mano
derecha, su mirada es opaca, triste y llena de soledad; otro día día más que le
toca dejar sus libros, cuaderno y compañeros para ir al encuentro de quien sabe
quién, un don nadie que después de lanzarla en una cama en cualquier motel, hacerle mil cochinadas,
le tirará un billete de $50.000 en la cara y se irá orondamente como si nada
hubiera pasado.
¡Señor pare aquí por
favor¡ dice Jésica.
El hombre le responde: ¡pero aún no hemos llegado señorita!
¡Lo sé!, pero déjeme aquí: Responde Jésica con una cara de
dolor tremenda.
El taxi se detiene justo al frente del parque de la “Teta” y
allí con un inmenso dolor reflejado en su rostro Jesica desciende del auto.
Son $3.500 señorita. Dice el taxista.
No tengo con que pagarle señor, Responde la muchacha con el
rostro mirando hacia suelo.
Yo no sé, pero que me paga,
me paga, insiste enfurecido el
hombre abriendo la puerta de su taxi.
En ese momento La chica empieza a correr desesperada, por el
andén que lleva directamente al busto de
Jorge Eliecer Gaitán y los salpicones de la “negra”, después de notar que el
hombre se acercaba ofuscado con un machete en la mano. Cuando iba lejos miro atrás y escuchó cuando el tipo que
unos minutos antes la deseaba, le gritaba ¡por
eso es que a estas putas las matan, perra sin vergüenza, ladrona!
Junto a un árbol, cansada de la corrida se sienta mirando
como el agua del río Tuluá corre, mientras la mañana avanza. No sabe porque tomó
la decisión de no ir al encuentro amoroso que tenía con don Agustín, un hombre
que días atrás le había presentado Laura una compañera de colegio, dicho señor
le daría 200.000 por el rato y si se portaba bien otros 100.000, Laura le dijo
que el tipo si cumplía y hasta un Black Berry le había regalado.
Piensa Jésica: Tal vez estoy mamada de que los manes
se acuesten conmigo y me traten como les da la gana, pero que más
voy hacer, mi mamá no puede trabajar y mi hermanito apenas y camina.
De sus ojos se resbalan dos gigantes lágrimas que se notan
al chocarse con la luz del sol , con su cabeza recostada en un árbol del lugar
comienza a experimentar un dolor terrible, dolor que viene con ella desde el día
que su padrastro, “José” se le metió en
la cama, siendo ella apenas una niña de 10 años.
Como olvidarlo, si con el dolor de niña inocente le suplicaba que sus manos no le tocasen, y que
no le apretara su cuerpo tan débil y frágil, pero ese hombre que se convertiría
en el monstruo de todas las noches, le haría
daño una y otra vez, con sus manos, con
su boca y con todo lo demás usado por un maniático violador.
Diariamente se repetiría esta acción durante 5 tediosos años, hasta el día que su
madre, al entrar a la casa vio cómo su
esposo se aprovechaba de su hija, que lloraba, tirada de espalda en una cama,
desnuda y con la impotencia de una niña
que ha sido sometida y manipulada durante mucho tiempo.
Su madre, asombrada y adolorida golpeó con una butaca por la espalda al que no iba ser su marido
desde ese día. ¡Hijueputa, malparido suelte a mi hija” gritaba la madre una y
otra vez, mientras Jésica descansaba de aquel dolor de 5 largos años en
silencio. Por fin su madre se enteraba de las atrocidades que hacia Don José mientras
ella se iba a trabajar en una casa de familia.
El hombre como pudo salió de la casa subiéndose sus
pantalones asustado y adolorido por los golpes de la “misia” que abrazando a su hija con lágrimas en los
ojos no podía creer lo que estaba pasando. Al tipo nunca más se le vio por el
lugar.
Pero después de todo, la escena que su padrastro le hacía
protagonizar, la reviviría en casi todos los moteles de Tuluá atendiendo a
personajes que como su padrastro, buscaban en ella un rato de placer, de goce,
en medio de sus protuberantes “tetas” y su esbelto cuerpo de doncella que aún
conservaba. ¿En qué momento se había metido
en este mundo? Si veía que muchas chicas han salido adelante sin necesidad de vender su alma al diablo.
Recordó el dolor que sintió, cuando se enteró lo que había pasado
en la fiesta de ricachones, en una finca veranera de
Nariño, cuando “el Man” que la llevaba le dio un trago y después de este no
recordaba nada, hasta el día que Tatiana su amiga de parche, le mostrara un
video en la internet en el que aparecía ella (Jésica) teniendo sexo con varios
hombres, entre ellos su acompañante.
Fue terrible, los compañeros de curso, la
miraban como la puta del lugar, las profesoras murmuraban de ella cuando pasaba
por su lado, y algunos profesores la
miraban como un pastel de cumpleaños. Todo el colegio se enteró, poco le faltó
para matarse, pues el dolor, la burla y la soledad le hacían sentir que su vida
era un total fracaso.
Como Prepago no le iba mal, pues en la semana se
levantaba $400 o $500 mil pesos, pero su
vida era un infierno, aunque ganaba buen dinero, en el colegio iba perdiendo
todas las materias, su mamá ya no le creía que
se conseguía el dinero vendiendo las revista Avon, y su perro la miraba con arrechera desde el día
que la vio haciendo cosas con un cliente en la sala de su casa. Definitivamente
su vida era un desastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario