sábado, 10 de mayo de 2014

HISTORIA DE UNA JOVEN PREPAGO



JÉSICA DE COLEGIALA A PREPAGO







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A las 6:45 Jésica dejó el camino que la lleva al colegio y abordó un taxi,   frente a la estación de policía de Tuluá por la carrera 30. La mañana estaba soleada, acompañada de un viento frío característico de este pueblo.
La chica con 18 años de edad, pero con apariencia de 22 abre la puerta del vehículo, se sienta decentemente acomodando su uniforme, una falda de cuadros azules, 13 centímetros más arriba de las rodillas, y blusa con  dos botones fuera del ojal, los que dejan entrever parte de sus pechos.
El taxista un señor de unos 50 años de edad, esa mañana se sintió agradado de toparse con tal doncella y su mirada siguió detalladamente  por el retrovisor a la joven mientras  subía y se acomodaba en la silla trasera del taxi, cuando  la chica se aplastó en el asiento, se escuchó el chirrido del plástico que lo cubre, por la cabeza del hombre pasaron los pensamientos más morbosos y pecaminosos, miraba las piernas de la joven. El taxista lame su bigote canoso como si viera el trozo un trozo de carne guisado o un chorizo  grasoso de san Rafael.

Jésica en su afán no se alertó de la mirada del taxista que la conduciría hasta el lugar que de manera urgente debía llegar, “a donde se dirige señorita” pregunta amablemente el bonachón.
Llévame rápido a la casa de doña mercedes. Dijo la  Jésica.
Doña mercedes es una señora muy conocida en la ciudad por su buen corazón, ella en su bondad colabora amablemente a las chicas que buscan de su ayuda económica, la chica que se  acerque a doña mercedes esta le consigue un cliente para que se acueste con él, de esta acción tan  “noble” doña Mercedes gana el 20%,  “así sea usted bien fea se lo consigo” es el slogan de mercadeo de la fulana.

En el recorrido por toda la 30 Jésica se  cambia la falda  rápidamente, el taxista, brota los ojos observando por el espejo tal espectáculo, no despabila, asombrado saca su lengua y moja su bigotes nuevamente, su corazón palpita rápidamente y no quiere dejar de mirar, pero un joven en bicicleta que cruza la calle le interrumpe dicho festín, y con un frenon tremendo zamarrea a Jésica, quien se golpea la frente con la silla delantera y le dice con voz fuerte: Oiga señor, en vez de estar mirándome porque no maneja, ¿es que nunca ha visto calzones?. Perdón señorita responde el taxista.  
Sinceramente el señor nunca había visto calzones vestidos en una chica como ella, su mujer es una dama que pasa los 60 años, con unas características muy simpáticas, mediana de estatura, un poco gordita 92 Kilos, un lunar en el lado derecho de la nariz, algunos pelos en la barbilla y suele usar unos vestidos floridos con naguas, todo su cuerpo es muy curvo, por causa de la grasa acumulada por los años.  
De igual manera Jesica se quita la blusa y se pone otra pinta más de rumba,  una blusa escotada de color verde y una falda de jean que difícilmente se logró poner dentro de ese taxi que olía a viejo. Se calza y guarda rápidamente su uniforme en el maletín.
Después saca de su bolso colegial un labial rojo, brillo y  una acuarela y dificultosamente trata de maquillar sus labios, labios gruesos y sensuales, prosigue con sus ojos que son claros y verdosos, combinan con sus cabellos largos y nariz aguileña; con una moña de color gris se amarra el cabello haciéndose una cola, junta los labios para cerciorarse que están bien maquillados  y detalla sus pestañas, por un instante se queda mirando fijamente su imagen en el espejo redondo que sostiene su mano derecha, su mirada es opaca, triste y llena de soledad; otro día día más que le toca dejar sus libros, cuaderno y compañeros para ir al encuentro de quien sabe quién, un don nadie que después de lanzarla  en una cama en cualquier motel, hacerle mil cochinadas, le tirará un billete de $50.000 en la cara y se irá orondamente como si nada hubiera pasado.
¡Señor pare  aquí por favor¡ dice Jésica.
El hombre le responde: ¡pero aún no hemos llegado señorita!
¡Lo sé!, pero déjeme aquí: Responde Jésica con una cara de dolor tremenda.
El taxi se detiene justo al frente del parque de la “Teta” y allí con un inmenso dolor reflejado en su rostro Jesica desciende del auto.
Son $3.500 señorita. Dice el taxista.
No tengo con que pagarle señor, Responde la muchacha con el rostro mirando hacia suelo.
Yo no sé, pero que me paga,  me paga, insiste enfurecido  el hombre abriendo la puerta de su taxi.
En ese momento La chica empieza a correr desesperada, por el andén que lleva directamente  al busto de Jorge Eliecer Gaitán y los salpicones de la “negra”, después de notar que el hombre se acercaba ofuscado con un machete en la mano. Cuando iba  lejos miro atrás y escuchó cuando el tipo que unos minutos antes la deseaba, le gritaba ¡por eso es que a estas putas las matan, perra sin vergüenza, ladrona!  
Junto a un árbol, cansada de la corrida se sienta mirando como el agua del río Tuluá corre, mientras la mañana avanza. No sabe porque tomó la decisión de no ir al encuentro amoroso que tenía con don Agustín, un hombre que días atrás le había presentado Laura una compañera de colegio, dicho señor le daría 200.000 por el rato y si se portaba bien otros 100.000, Laura le dijo que el tipo si cumplía y hasta un Black Berry le había regalado.
Piensa Jésica: Tal vez estoy mamada de que los manes se  acuesten conmigo  y me traten como les da la gana, pero que más voy hacer, mi mamá no puede trabajar y mi hermanito apenas y camina.
De sus ojos se resbalan dos gigantes lágrimas que se notan al chocarse con la luz del sol , con su cabeza recostada en un árbol del lugar comienza a experimentar un dolor terrible, dolor que viene con ella desde el día que su padrastro,  “José” se le metió en la cama, siendo ella apenas una niña de 10 años.
Como olvidarlo, si con el dolor de  niña inocente  le suplicaba que sus manos no le tocasen, y que no le apretara su cuerpo tan débil y frágil, pero ese hombre que se convertiría en el monstruo  de todas las noches, le haría  daño una y otra vez, con sus manos, con su boca y con todo lo demás usado por un maniático violador.
Diariamente se repetiría esta acción  durante 5 tediosos años, hasta el día que su madre, al entrar  a la casa vio cómo su esposo se aprovechaba de su hija, que lloraba, tirada de espalda en una cama, desnuda y con la impotencia de una niña  que ha sido sometida y manipulada durante mucho tiempo.
Su madre, asombrada y adolorida  golpeó con una butaca  por la espalda al que no iba ser su marido desde ese día. ¡Hijueputa, malparido suelte a mi hija” gritaba la madre una y otra vez, mientras Jésica descansaba de aquel dolor de 5 largos años en silencio. Por fin su madre se enteraba de las atrocidades que hacia Don José mientras ella se iba a trabajar en una casa de familia.
El hombre como pudo salió de la casa subiéndose sus pantalones asustado y adolorido por los golpes de la “misia”  que abrazando a su hija con lágrimas en los ojos no podía creer lo que estaba pasando. Al tipo nunca más se le vio por el lugar.
Pero después de todo, la escena que su padrastro le hacía protagonizar, la reviviría en casi todos los moteles de Tuluá atendiendo a personajes que como su padrastro, buscaban en ella un rato de placer, de goce, en medio de sus protuberantes “tetas” y su esbelto cuerpo de doncella que aún conservaba.  ¿En qué momento se había metido en este mundo? Si veía que muchas chicas han salido adelante  sin necesidad de vender su alma al diablo.
Recordó el dolor que sintió, cuando se enteró lo que había pasado en la   fiesta de ricachones, en una finca veranera de Nariño, cuando “el Man” que la llevaba le dio un trago y después de este no recordaba nada, hasta el día que Tatiana su amiga de parche, le mostrara un video en la internet en el que aparecía ella (Jésica) teniendo sexo con varios hombres, entre ellos su acompañante. 

Fue terrible, los compañeros de curso, la miraban como la puta del lugar, las profesoras murmuraban de ella cuando pasaba por su lado, y  algunos profesores la miraban como un pastel de cumpleaños. Todo el colegio se enteró, poco le faltó para matarse, pues el dolor, la burla y la soledad le hacían sentir que su vida era un total fracaso.

Como Prepago no le iba mal, pues en la semana se levantaba  $400 o $500 mil pesos, pero su vida era un infierno, aunque ganaba buen dinero, en el colegio iba perdiendo todas las materias, su mamá ya no le creía que  se conseguía el dinero vendiendo las revista Avon,  y su perro la miraba con arrechera desde el día que la vio haciendo cosas con un cliente en la sala de su casa. Definitivamente su vida era un desastre.

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